domingo, 26 de abril de 2009

ARTE Y REVOLUCIÓN


Verdad es belleza
“Belleza es verdad, y verdad es belleza, es todo cuanto sabes y todo cuanto necesitas saber”, afirma un provocativo verso de Keats. Como el axioma de Platón que asimila el conocimiento al bien, resulta atractivo; como éste, se presta a desengaños. Una traducción o una obra de arte falaces pueden ser hermosas; un poema veraz puede ser deplorable. El talento no depende de la ideología. La veracidad del arte es distinta del rigor documental. La verdad de una obra depende de su concordancia de forma y de fondo con la verdad social de la época en la cual es creada. Cuando el arte expresa y anticipa una sociedad nueva en trance de afirmación, es un arte veraz, y por tanto bello, y por tanto revolucionario.

Transformación radical
Revolución es transformación radical de los medios de producción, de la propiedad sobre éstos y de las relaciones sociales que se crean para asegurar los procesos productivos. Cada transformación en la infraestructura económica tiende a la larga a provocar una transformación en la superestructura ideológica que la consolida y expresa.
Expresión sensorial de la infraestructura
La superestructura comprende el conjunto de instituciones ideológicas que mantienen estables las relaciones de producción constitutivas de un determinado modo de producción: religión, filosofía, ciencia, técnica, derecho, arte. Los componentes de la superestructura están estrechamente interrelacionados y expresan una determinada concepción del mundo, por lo cual el arte tiende a expresar sensorialmente tanto en el fondo como en la forma la infraestructura económica que le sirve de base, con sus fuerzas productivas, sus medios de producción, sus relaciones de producción. Un arte que expresa una nueva sociedad que surge de la aniquilación de otra caduca es un arte revolucionario.

Arte de las revoluciones burguesas
El arte surgido de las revoluciones burguesas, la inglesa, la francesa, la estadounidense, fue revolucionario para su época. Su fondo exaltó el logro individual contra el abolengo heredado; su forma utilizó el realismo en lugar de la idealización; sus medios incorporaron la imprenta como vehículo de la novela, y posteriormente la fotografía, el fonógrafo, la radio, el cinematógrafo y el cómic como medios de nuevas formas de integración de las artes para consumo masivo.

Arte de las revoluciones sociales
Inevitablemente, las revoluciones socialistas crearon un nuevo arte revolucionario. La mexicana aplicó el muralismo, la novela y el cine como vehículos de una prédica nacionalista e igualadora. La soviética formuló el lenguaje del cine como forma artística; inventó el arte abstracto mediante el constructivismo y subvirtió el lenguaje de la música, para luego retrogradar con el realismo socialista hacia una técnica ya desarrollada por la burguesía. Los dadaístas y los surrealistas, movimientos estéticos de inspiración radical, propusieron efectos derivados de la ruptura de la racionalidad dominante.

Arte, relativismo e indeterminación
Desde fines del siglo XIX, una nueva concepción del mundo basada en la subjetividad, la relatividad y el principio de indeterminación permeaba las ciencias y servía a las academias burguesas para negar que las sociedades debieran en definitiva orientarse hacia el socialismo y el comunismo. Así, el arte de finales del siglo XX expresa la concepción del mundo dominante: la de que el universo es un conjunto de partículas cuyos movimientos a nivel subatómico dependen del azar. La consecuencia filosófica de esta concepción física sería que no hay propósito para dicho universo, y su distorsión ideológica consiste en la afirmación de que tampoco lo tienen ni la sociedad ni sus integrantes. Para la postmodernidad académica, la sociedad es un conjunto de átomos competitivos regulados por la oferta y la demanda. Supremo rector que provoca la defunción de la Historia, de la Filosofía, de la Ética y de la Política, el mercado termina fungiendo de paradigma de la estética. Por consiguiente, el arte recupera signos y temas de épocas pasadas reconocibles y aceptables para el consumidor, integrándolos en el Pop, en el “Retro” o en el pastiche de la transvanguardia. Se produce a sabiendas un arte para las masas bajo las formas de la publicidad, exaltación casi religiosa del consumo, y de las industrias culturales, que aplican al producto cultural todas las técnicas de financiamiento, producción, promoción y distribución de la mercancía. A través de una concepción de lo “Light” y una estética de la banalización, dicho arte pretende estar desprovisto de ideología, al mismo tiempo que implanta y predica la idolatría del consumo como reforzadora de la estratificación social y objeto último de la existencia.

Crisis del capitalismo y de su ideología
Esa concepción del mundo y esa ideología acaban de caducar ostensiblemente con el estallido de la crisis que ha deslegitimado el capitalismo financiero. Las ruinas materiales y espirituales del viejo modo de producción hacen inevitable advertir que surge un modo de producción nuevo, el cual abre un provocativo abanico de posibilidades.

Nuevas infraestructuras, superestructuras nuevas
Hay ante todo una revolución en los medios de producción: desde mediados del siglo pasado se impone en todos los procesos económicos la la máquina inteligente, lo cual trae consigo un universo de consecuencias. En lo que respecta a las relaciones de producción, la potencial liberación del trabajo repetitivo y mecánico. Es posible prever desde ya la automatización de todas las tareas que no sean creativas. Ello determina que deje de ser necesaria la concentración física de los operadores en fábricas y en ciudades. La inmensa mayoría de las tareas del sector servicios, el determinante en las economías desarrolladas, puede ser ejecutada por operadores físicamente aislados frente a sus ordenadores. En lo atinente a la mercancía, la posibilidad de la duplicación ilimitada del producto mediante la reproducción digital. En lo relativo a la distribución, la posibilidad de que el producto informático se transmita de forma instantánea y gratuita a todos los potenciales consumidores, sin otro límite que sus necesidades. Será casi imposible evitar que en el futuro inmediato todos participen de manera libre en la creación, la distribución y el consumo ilimitado y gratuito de la principal riqueza de la contemporaneidad, que es la información.

Economía y estética informatizadas
Los potenciales resultados culturales y estéticos de esta revolución apenas se insinúan desde hace algunas décadas. Por una parte, en la decadencia de los medios impresos como el libro, las revistas y los periódicos ante los medios audiovisuales como el cine y la televisión. Por otra parte, en la indetenible irrupción en éstos de materiales creados digitalmente: efectos especiales, animaciones de computadora, mundos virtuales, eventos que ocurren más allá del nivel de captación de la conciencia. Ello impone la repetitiva temática de los mundos ilusorios creados por sistemas de información indistinguibles de la realidad. La velocidad casi instantánea en el procesamiento de la información, la infinita manipulabilidad de los materiales, la maleabilidad de lo real, la simultaneidad de planos y de flujos de información son otras tantas potencialidades para el inicio de una nueva estética y de una nueva Revolución.
Este blog en francés: http:luisbrittogarcia-fr.blogspot.com