viernes, 8 de julio de 2011

LUIS BRITTO DICE QUE EL VENEZOLANO ES TOLERANTE Y SÓLO LOS POLÍTICOS NO TRANSAN PRIVILEGIOS

Entrevista para Mildred Pineda en diario LA VOZ del 8-7-2011

-Con el anuncio de la enfermedad del Presidente, ¿Chavistas y opositores buscarán puntos en común para asegurar la gobernabilidad?

-No hay que buscarlos. Esos puntos están allí. Tenemos un país con magníficos recursos naturales que debemos preservar para nosotros. Hay suficiente para con el trabajo de todos garantizar un bienestar decoroso y generalizado. No tenemos insalvables diferencias de cultura ni de religión ni de sectas. Somos un pueblo igualitario, cordial y amante de la novedad. No hay motivos reales para una división, salvo la codicia de una mínima minoría que quiere acaparar los privilegios para ella sin dejar nada para más nadie.

-En un proceso revolucionario ¿Cabe la palabra reconciliación?

-La Revolución es la reconciliación del ser humano con el ser humano. En las sociedades no revolucionarias se vive dividido en clases, en castas, en etnias, en credos, en prejuicios de género y tales diferencias se tienen por inconciliables. La Revolución trata precisamente de liberar al ser humano de estos casilleros para hacerlo plenamente humano.

-¿Eso está ocurriendo en Venezuela?

-En parte, sí. Grupos étnicos que sólo eran admitidos en los medios de comunicación haciendo papeles de delincuentes, brujos o policías, ahora son anclas y conductores de programas, o estrellas. Llegan también a los más altos cargos políticos, académicos y científicos. Venezuela tiene el índice de desigualdad social menor de América Latina capitalista. Su índice de pobreza extrema baja de 42,5% en 1995 a 9,4% en 2007, y la relativa de 50,4% a 33,7%. La educación es para todos; se venció el analfabetismo y nueve millones de venezolanos están estudiando. Es uno de los países que más esfuerzos hace para eliminar la discriminación de género y los movimientos étnicos han podido manifestarse. Y hay además un clima de comprensión para el movimiento gay, y los movimientos étnicos han podido manifestarse. No se ha avanzado más porque una fracción minoritaria de los venezolanos está empeñada en discriminar por clase social, por etnia y por género.

-Sin embargo, algunos piensan que todavía sigue dominando la polarización el escenario político ¿Qué piensas al respecto?

-Eso lo piensan los políticos que representan al privilegio, que justamente consiste en la resistencia a transar en ningún punto las ventajas que se acaparan. Ellos piensan que la política y la vida son un juego matemático suma cero, en donde toda ventaja se obtiene a costa de una desventaja del adversario. La teoría matemática moderna demuestra que este modelo es superado y superable por los juegos cooperativos, en los que todos ganan. En dos palabras, no tengo que matarte para quedarme con toda la tierra; entre los dos podemos trabajarla y hacerla producir el doble.

-¿Qué deben hacer los ciudadanos para romper el juego suma cero?

-Cooperar como ciudadanos. Entender que el bien propio no se logra a costa del mal de todos, porque entonces todos reaccionarán contra esta política. Entender que la mayoría tiene derecho a fijar la orientación de las cuestiones esenciales del colectivo. Tolerar la diferencia. Después de todo, los venezolanos somos sumamente tolerantes y en un siglo hemos experimentado cambios que hubieran fracturado a otros pueblos.

-Para el momento en el que hablamos ¿Los grupos radicales de ambos bandos están controlados?

-No sé si estarán controlados los que les ponen bombas a fiscales del Ministerio Público o intentan quemar la Escuela de Trabajo Social de la UCV porque en ella se han refugiado unas muchachas que pegaban propaganda bolivariana para las elecciones estudiantes. Por otra parte, el Presidente, después que lo secuestraron e iban a ejecutarlo, al ser salvado por el pueblo sacó un crucifijo y simplemente le pidió a sus adversarios que reflexionen. Ojalá que éstos sacaran crucifijos en lugar de bombas o teas incendiarias.

-La Asamblea Nacional, foro político para debatir ideas, sería el lugar apropiado para entablar un diálogo. Sin embargo, todavía vemos descalificaciones y golpes en pleno hemiciclo.

-Quién intentó golpear al presidente de la Asamblea Soto Rojas fue un diputado de la oposición. Ese mismo diputado intentó descalificar a Iris Varela tomándole fotografías del pelo para evidenciar que era rizado. Yo no sé si la violencia, el racismo y el odio a las mujeres son ideas, pero sería mejor que se debatieran en otro lugar más apropiado para sus defensores.

-¿Cuál cree usted que será el comportamiento político de la sociedad venezolana de aquí al 2012?

-Bastante correcto. La oposición ha aprendido poco a poco que el camino electoral les ofrece garantías, y han obtenido ventajas con él. El bolivarianismo siempre les ha reconocido estas ventajas. Yo pienso que ambos sectores han aceptado en gran medida reglas del juego institucionales.

-¿Qué cree usted como intelectual y escritor que se debe hacer desde la cultura para alcanzar la paz y eliminar la violencia? ¿Cómo debe ser el lenguaje?

-La sicóloga social Maritza Montero, que por cierto es opositora, se ha dedicado a hacer un censo de los epítetos denigrantes que se dedican ambos bandos. Para cuando hablamos, hace años, el número de calificativos insultantes que usaba la oposición contra los bolivarianos era casi el doble de los que éstos usaban contra aquellos. Y hay que tener en cuenta que para cursar estos insultos, la oposición cuenta con casi un centenar de diarios, sesenta plantas televisoras y medio millar de radios, mientras que los medios de los bolivarianos son insignificantes. Ambos bandos deben moderar el lenguaje; yo por mi parte siempre he tratado a los adversarios de manera respetuosa, aunque parece que me insultan a diario por todos los medios de que disponen. Cualquiera insulta, argumentar es más difícil.

-¿Cuál fue el destino de aquellos intentos de diálogo que el para entonces vicepresidente José Vicente Rangel promovió por los años 2002-2003?

-En ese momento, ninguno, porque no evitaron ni el golpe ni el sabotaje petrolero, ambas iniciativas de la oposición. A larga, triunfaron, porque actualmente el debate político se cumple esencialmente a través del diálogo electoral e institucional.

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